¡El banco de suplentes no era para ella!
«Luego de que le prohibieran jugar en un equipo femenino de su Chubut natal, consiguió que su voz se escuchara en todo el país hasta llegar al Comité Olímpico Internacional y cambiar las reglas del deporte en todo el mundo. Diálogo con la primera jugadora de hockey trans de Argentina que logró empujar las líneas de las canchas.»
¿Cómo llegó el hockey a tu vida? ¿En qué sentidos te ayudó y en cuáles te lastimó?
El hockey llegó a mi vida desde que tengo razón, por el hecho de tener tres hermanas mayores que jugaban. Se despertó en mí una pasión, pero que empezó a taparse a los diez años cuando tomé la decisión de respetarme, y empecé a entender lo que me atravesaba. Si bien a esa edad no entendía lo que era una transición (proceso de cambio de roles de género), dejé de jugar porque no podía seguir haciendo deporte con varones. No me sentía como tal. Pero dos años después, el odio que sufrí de parte de mi familia me hizo volver a jugar en un equipo masculino en Trelew, con el fin de escaparme de esa soledad que vivía a puertas cerradas. En ese club, me encontré con gente maravillosa, que realmente me quería por mi persona. Más allá de que en la escuela, en el barrio y en todos lados me decían “maricón”, fue el canje de poder estar con un poco de amor y de empatía. Vivir eso me dio la fuerza de despedirme totalmente del deporte, consciente de que estábamos en una sociedad que no estaba preparaba ni siquiera para que nosotras caminemos de día.
Sin embargo, te aferraste al hockey y hoy tu lucha se ha convertido en una referencia para les deportistas trans…
Imagínate, ¡cómo iba a pensar en esa época que años después, iba a cambiar las leyes como las cambié en el deporte a través de toda mi lucha! (risas). Fue en 2014 que volví a entrenar en el Club Atlético Germinal de Rawson, con mi nuevo documento de identidad en la mochila. Se corría el rumor de que no me iban a dejar competir en torneos, por ser una chica trans. Rumor que me confirmó la secretaria del club, sin poder decirme honestamente la razón de esta decisión. Sin esperar, agarré el teléfono para llamar al presidente en funciones en ese momento. Una charla de cuarenta minutos en la cual se notaba su LGBTQI+fobia, su transfobia, su odio hacia el colectivo, y que terminó con la siguiente frase: “Flaca, hacé lo que quieras, mientras yo esté, ¡no vas a jugar!”.
Nosotras ya venimos acostumbradas a estar discriminadas. Hasta quizás lo normalizamos. Pero yo estaba empoderada. ¡Quería volver a hacer deporte! Así que decidí, con la ayuda de una amiga, hacer un video y subirlo en Facebook. Me costó grabarlo, pero me saqué el miedo y apreté Enter. A los tres días, se hizo viral en Argentina, y a los siete días, andaba recorriendo el mundo. Sentí que me vino a apoyar el 80% de la Argentina. La gente me mandaba fotos de diarios internacionales en los que yo era tapa. Me resultaba muy difícil entender lo que ocurría, hasta que en el medio de la alta atención mediática que esto generó, me llamó mi hermana para decirme: “Jessi, estás hablando en la tele como si estuvieses en el supermercado, ¿pero te das cuenta que estás logrando algo histórico?”. Ahí caí.
En relación a esa liberación, ¿el movimiento feminista te ayudó?
En ciertos modos, el movimiento no, pero si gran porcentaje de las mujeres CIS, que me hacían llegar su apoyo a través de la campana de fotos #TodxsSomosJessica. Me dio la pauta de que estamos juntas. Existe un feminismo que excluye a las mujeres trans, por lo cual no puedo sentirme identificada. Y no tengo tiempo para frenarme a ver lo que piensan esas chicas.
Considero que la lucha feminista pasa por salir todos los días a la calle, con la frente en alto. Siendo mujeres seguras de sí mismas. Cuando pongo en el balance todas las cosas que hice personalmente y socialmente, creo que he aportado mucho, entonces siento que voy por el buen camino, que voy aportando a la sociedad, al colectivo.
“Cualquier ser humano necesita estar acompañado, necesita la palma en la espalda, tanto en los errores como en el éxito.”
Lograste cambiar la historia del deporte, ese es tu legado. ¿Sentís que el camino ya está allanado o todavía les falta mucho para recorrer a las nuevas generaciones de deportistas?
Creo que con el solo hecho de poder estar en la cancha, entrar en un club y competir, hemos dado un paso muy grande. Sin embargo, falta mucho. Lamentablemente, muchos de los escritorios de los clubes y de las instituciones los ocupan dirigentes que rechazan la diferencia. Claramente, tenemos que seguir creciendo. Yo me crucé con un tipo transfóbico y odiante, que pensó que me iba a callar la boca, de la misma manera que la mayoría de nosotras nos vemos obligadas a hacerlo. Pero si me hubiese encontrado con un presidente humano, y que me hubiese dicho “Jessica, es el primer caso, ¿te podés acercar a la federación y vemos cómo lo podemos encarar?”, realmente me hubiera encontrado con un funcionario que ocupa su escritorio como debe. ¿Por qué, ante lo desconocido, el “no aceptamos”? Debemos dejar espacio para el aprendizaje, convertir la ignorancia en sabiduría.

¿Cómo creés que impacta la visibilidad de las personas trans en los medios de comunicación, no solo en el mundo deportivo?
Para cualquier ser humano, cuando tenemos algo nuevo frente a los ojos, lleva un tiempo asimilarlo, aceptarlo, o darte cuenta que “todo llega a buen puerto”. Lo veo super importante. Llegué a los veintiún años a Buenos Aires, gran ciudad de la furia, que te puede dar todo y te puede sacar mucho. Pasé por todas, hasta encontrarme durmiendo en la calle, con adicciones. Toqué el fondo, pero opté por ir detrás de mis sueños, hasta que fui elegida para ser la cara de DOVE en toda América Latina. Seguir soñando te refuerza, firmemente. Yo empezaba a creer que nosotras no servíamos más que para estar paradas en una esquina. Esa publicidad fue el mayor logro y el mejor éxito que tuve en mi vida. Hasta reforzó los vínculos con mi familia. Por fin, creyeron en mí.
“Creo que estoy viva de corajuda que fui.”
Con el objetivo de garantizar una cierta igualdad, el Comité Olímpico Internacional (COI) requiere un nivel de testosterona total en suero por debajo de los 10 nmol/L durante al menos 12 meses antes de una primera competencia y esto, para todas las atletas femeninas, transgénero o no. ¿Creés que este tipo de condiciones son necesarias?
Creo firmemente que al competir con mujeres, tenemos que estar siempre en igualdad. Es más, el COI pide esas pautas a cumplir aún cuando nosotras, las mujeres trans, lo hacemos porque queremos, no porque nadie nos dice de hormonarnos. Creemos que lo necesitamos, que nos hace bien, que nos acerca más a lo femenino, o a lo masculino en el caso de los hombres trans. Convengamos y pensemos que el COI es internacional. Y son muy pocos los países que cuentan con una ley de género, Argentina es pionera en este aspecto. Entonces, me parece correcto, porque dimos un paso hacia adelante. ¡Ya estamos adentro de las canchas!
Lo que dicen de ella…
“Para mí contar la historia de Jessica, es abrirles los ojos a las personas, para que entiendan que necesitamos una sociedad más igualitaria, un deporte más inclusivo y transmisor de valores, porque Jessica es el ejemplo que triunfó. Hoy, la ves y está radiante. Pero, ¿cuántas personas quedaron en el camino sin poder continuar haciendo deporte, sin poder tener una buena relación con su familia? ¿Cuántas personas han matado o golpeado por ser trans? A Jessica misma la han discriminado, golpeado, casi al borde de la muerte. Escuchar su historia nos hacen abrir los ojos para que empiece a cambiar la cuestión. Conocerla, tenerla cara a cara, me corrió los límites, me transformó.”
Cecilia Carranza Saroli
En una palabra,
Orgullosa
Aceptación
Deportista de alto rendimiento
– Soñar
Atleta y mujer trans
– Convicción